Para entender un poco el contexto de lo que estamos presenciado, hay que decir que los Chachapoyas tienen una larga historia en la zona de los Andes amazónicos, que se cree se origina a inicios del siglo VIII. Con un territorio de casi 400 kilómetros, desde el río Marañón –en la zona que hoy conocemos como Bagua- hasta la cuenca del rÃo Abiseo, el legado cultural que dejaron los Chachapoyas es símbolo de admiración hasta estos días: un viaje a su territorio puede transportarte al pasado, para presenciar, como lo hicieron sus antiguos habitantes, los vestigios de sus edificaciones, mausoleos y monumentos de piedra que se conservan muy bien a pesar de los siglos.
Revelando los misterios
Entre ellos, destacan los Sarcófagos de Karajía, considerados los guardianes de las alturas. Perfectamente alineados, con una estatura colosal -de hasta dos metros y medio- con la mirada puesta en un mismo sentido que los hace parecer que están vigilantes, siempre alertas. ¿Qué resguardan desde lo más alto del barranco?, ¿qué es lo que contienen en su interior?, ¿de qué están hechos estos ataúdes?, ¿cómo llegaron hasta ahí, si es una zona de difícil acceso? Estas incógnitas son algunas de las que intentaremos resolver a continuación.
Una de las teorías por la cual están ubicadas en una zona alta, de cara a donde sale el sol, es porque los antiguos Chachapoyas utilizaban sus imponentes sarcófagos para ahuyentar a los visitantes indeseados. Estos, al tener un aspecto grotesco y que inspiran temor, podrían alejar a aquellos que traían el mal a su pueblo. Sin embargo, la incógnita más grande hasta el sol de hoy es cómo fueron ubicados en el espacio donde hasta ahora permanecen, ya que son bastante grandes y pesados como para ser trasladados con facilidad.
Estos ataúdes tienen formas de cápsulas antropomorfas, ya que no cuentan con extremidades más que la zona que simular el torso y la cabeza (esta última, con detalles más trabajados). Están hechas de una combinación de arcilla y piedras, que son aplicadas a una estructura hecha de cañas y ramas, y pintadas de dos tonalidades de pintura roja hecha naturalmente.
No ha sido necesario violentar los sarcófagos para ver qué esconden en su interior, debido a que, cuando fueron hallados, uno había caído hacia el risco y develó una gran grieta en el sarcófago continuo, para el placer de los curiosos: dentro de este ataúd, encontraron una momia junto a su ajuar funerario, además de cerámicas y objetos distintos a manera de ofrenda.
Los enigmáticos Sarcófagos de Karajía son motivo de estudio, conversación y turismo, ya que al encontrarse casi intactos (la naturaleza y animales como roedores y aves hicieron de las suyas con el pasar de los años), evocan al antiguo Perú y sus culturas. ¿Y tú, no te animarás a descubrirlos?