Toda persona a cualquier edad debe someterse a un chequeo médico básico anual. Este es un examen médico realizado por un especialista que incluye la elaboración de la historia clínica, un examen físico, análisis de sangre, orina y heces, un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
Todos estos exámenes físicos y estudios de laboratorio se realizan como parte de un chequeo médico completo, junto con otras pruebas funcionales respiratorias para establecer la capacidad pulmonar del paciente, así como cardiológicas, ecocardiografía, de esfuerzo y una ecografía abdominal.
Lo que se persigue con todo este proceso es determinar el estado general de salud de una persona. No se centra en una patología concreta ni en pacientes crónicos, ya que de eso se encarga el especialista para cada condición.
La gran mayoría de los chequeos médicos rutinarios y hechos, al menos, una vez al año detectan una enfermedad, si existe, aunque no haya síntomas y sea difícil de diagnosticar.
Los problemas de salud más frecuentes que se abordan en estos reconocimientos son los asociados a factores de riesgo cardiovascular que representan la mayor parte de las muertes en el mundo entero.
Tienen que ver con la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial y la diabetes y otros problemas metabólicos. La detección precoz de estas enfermedades, así como la promoción de estilos de vida saludables, contribuyen a reducir la morbilidad y la mortalidad por enfermedades comunes.
Ventajas del chequeo anual
Los reconocimientos médicos periódicos y las pruebas básicas de detección son necesarios con carácter anual por los siguientes motivos:
Diagnóstico y tratamiento
Muchas enfermedades suelen no presentar síntomas hasta que se hace un diagnóstico tardío. No son pocos los casos de cáncer que se han detectado cuando ya están en fase de metástasis y poco se puede hacer.
Otro ejemplo es la diabetes o hipertensión. Variadas han sido las ocasiones en que se evidencian problemas de azúcar en la sangre con un índice hiperglucémico que causa daños neurológicos e hipertensos, que saben que lo son, tras episodios de accidentes cerebrovasculares o infartos.
Si estas patologías pueden diagnosticarse previamente antes de que progresen a una fase más crítica, es posible que el paciente reciba tratamiento y lleve una vida normal.
Que no pase a mayores
Problemas con la glucemia y la tensión alta no siempre devienen en diabetes o hipertensión crónicas.
Si las pruebas de laboratorio muestran alteraciones de valores y se detectan los problemas a tiempo es factible evitar que algunas enfermedades o situaciones pasajeras se conviertan en crónicas.
Más tratamientos disponibles
Si un paciente acude tempranamente a una revisión rutinaria y se detecta algún problema a tiempo, el o los médicos tratantes podrán mejorar y ampliar el abanico de opciones de tratamiento y curación.
Hay condiciones de salud que pueden requerir tratamientos temporales si son detectados de manera pronta. En cambio, si pasan a ser enfermedades crónicas, los procedimientos y medicamentos pueden ser más complejos, caros y con mayores efectos adversos.
Tranquilidad
Conocer el estado de salud actual a través de un diagnóstico profesional, no sólo proporcionará tranquilidad, sino que capacitará para estar alerta en la prevención de posibles dolencias en el futuro.
Por ejemplo, si se observa azúcar o colesterol elevados en sangre, todo se puede mejorar, según los valores, con una alimentación sana y acorde a lo que el médico estipule.
La edad, el sexo y el estilo de vida son factores que influyen en la frecuencia con la que debe hacerse un chequeo.
Por lo general, una vez al año está bien. Pero, si se es fumador, se está sometido a mucho estrés, se abusa del alcohol o drogas, esto debería hacerse cada seis meses.
Además, es beneficioso adquirir el hábito de cuidarse, acudiendo a revisiones médicas frecuentes en lugar de esperar a que aparezcan los síntomas.
Se recomiendan revisiones médicas anuales a todas las personas mayores de 40 años, pero especialmente a las mayores de 50 años.
Las personas con factores de riesgo genético cardiovascular o que sean propensas al tabaquismo, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad o antecedentes familiares de alguna enfermedad como el cáncer, deben someterse a un chequeo médico anual más exhaustivo.